Cómo no perder el ánimo (leer el signo del tiempo y volver a Cristo)

Bueno, cómo no perder el ánimo; cómo recuperar el ánimo ante nuestras metidas de pata constantes. Este pensamiento es breve. Siempre nos vamos a dar cuenta: caemos en faltas, en pecado. Es lo de san Pablo: “Bien sé yo que nada bueno hay en mí”en mi naturaleza humana deteriorada por el pecado—, y eso nos puede atormentar un montón. Pero, ¿cómo hacemos? Que sea como Santa Teresa (1M 2,8), como la abejita que va al panal: nada bueno hay en mí, pero después vuelve otra vez a buscar el polen de la misericordia: ¡Sube a Dios! «Tú eres bueno, Señor.»

Reconocer la herida y volver a Dios

Dice san Pablo: “Bien sé yo que nada bueno hay en mí” —es decir, naturaleza humana deteriorada por el pecado—. En efecto, “yo puedo querer hacer el bien, pero no puedo realizarlo; quiero, pero no me sale; no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero”. Y eso, al final del día, vuelve y vuelve, como una cancioncita. ¿Qué hacer contra eso? Darte cuenta de EL “Signo de los Tiempos”.

El signo de los tiempos: el presente donde Dios se encarna

¿Cómo se entiende este signo de los tiempos? Por supuesto, puede pensarse en los últimos tiempos que vienen; sin embargo, a Dios le gusta mucho más el tiempo presente: ahorita, tiempo presente. , las postrimerías; pero el presente. Porque el signo para los judíos era que el Verbo estaba caminando con ellos; siempre está Jesús con ellos. Ese es el signo de los tiempos: el Verbo se ha encarnado; esa es la solución para todo: está siempre contigo, aunque seamos infieles (en mayor o menor medida).

Decidir ahora: estar cerca del que venció

Entonces, hay que juzgar por nosotros mismos lo que nos conviene hacer ahora (siguiendo Lucas): estar bien cerca de Jesús. Él ha vencido el pecado, ha vencido la muerte, ha vencido todos nuestros defectos; y, sobre todo, nos ha amado. Por eso está acá: “Mira, acá estoy; aquí están mis manos y mi costado. Estoy contigo hasta el fin del mundo; no te voy a dejar”. Por más que te empeñes en alejarte, voy a estar siempre contigo.

Conclusión

Pidámosle a María esa gracia: no perder lo más importante, que Cristo se ha encarnado y está con nosotros ahora; Él es el Señor del tiempo y nunca nos va a dejar, a pesar de que no hagamos todo el bien que quisiéramos.


Descubre más desde Morder la realidad

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.

Descubre más desde Morder la realidad

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo