Llamados por gracia: cuidar el fuego de la caridad

‘Sal corriendo a las plazas y a las calles de la ciudad y trae a mi casa a los pobres, a los lisiados, a los ciegos y a los cojos’. Cuando regresó el criado, le dijo: ‘Señor, hice lo que me ordenaste, y todavía hay lugar’. Entonces el amo respondió: ‘Sal a los caminos y a las veredas; insísteles a todos para que vengan y se llene mi casa.  (Lc 14)

Nosotros somos los que vienen después de los pobres, de los lisiados, de los ciegos, de los cojos; el resto …acá estamos.

Entonces, estamos más que enfermos —podemos decir—, y eso hay que tenerlo presente. Cuando nos olvidamos de que estamos acá por gracia, la vida se complica más.

Es una gracia, entonces, darnos cuenta de nuestros defectos. Sobre todo —como dice San Carlos Borromeo en el oficio de lectura de hoy: «Todos somos débiles, lo admito, pero el Señor ha puesto en nuestras manos los medios con que poder ayudar fácilmente, si queremos, esta debilidad. Algún sacerdote querría tener aquella integridad de vida que sabe se le demanda, querría ser continente y vivir una vida angélica, como exige su condición, pero no piensa en emplear los medios requeridos para ello.»

Y también todos nosotros sabemos que decimos algo y hacemos otra cosa; es lo que dice San Carlos Borromeo.

El fuego que no debe apagarse: la caridad

Pero entonces dice:

«Oye lo que voy a decirte. Si ya arde en ti el fuego del amor divino, por pequeño que éste sea, no lo saques fuera en seguida, no lo expongas al viento, mantén el fogón protegido para que no se enfríe y pierda el calor; esto es, aparta cuanto puedas las distracciones, conserva el recogimiento, evita las conversaciones inútiles.»

Ese fuego es la caridad: lo único que nos debería importar es la caridad. Es la más importante: cómo la practicamos y cómo respondemos.

Si quieren, con otra analogía: cómo atacamos con la caridad y cómo resistimos con la caridad, haciendo una analogía con la fortaleza: atacar y resistir que requiere caridad. O sea, si tú atacas o resistes —dice otro autor—, debe ser por amor.

Entonces, la caridad es lo que nos debería preocupar más que nada; más que nuestros bueyes o tierras, como dice el evangelio. No deberíamos preocuparnos por eso. Si no, en medio de todo lo que tenemos que hacer, ¿cómo estamos viviendo la caridad? Lo demás vendrá solo.

Tienes que cuidar ese fuego de la caridad entrando en tu interior, entrando en oración.

Oración desde la verdad: Dimas y la inocencia de Jesús

Caros Villar, en La verdadera noche es luz, habla de Dimas, el buen ladrón, y que su conversión se dio al darse cuenta de que había fallado. En cambio, el otro, mal ladrón, no se daba cuenta de eso. Y lo pone claro cuando dice el Evangelio: “Pero este nada ha hecho; en cambio, nosotros estamos acá con justicia.”

Dimas estaba deseoso, hambriento de «la belleza que perdona y no impone; se dejó herir por amor. Se dejó herir por amor de Jesús crucificado: no pudo hacer nada más que amar. En cambio —dice— Dimas, durante su vida, había hecho lo contrario: dominar, robar, poseer. Dimas se enamora de la inocencia de Jesús y la quiere para él; la pide, la implora como un susurro; no la exige; y se escucha: “Hoy estarás conmigo en el paraíso.”

El conocimiento de nuestra fragilidad, de nuestra inconsecuencia, nos puede animar. Es como un descenso a los infiernos: produce un cambio radical en el modo de verse a sí mismo. Se descubre con nitidez la propia pobreza y pequeñez, la necesidad total de ser salvado, de ser amado.

Allí nace la oración de un modo más auténtico, porque proviene de la verdad de reconocer la propia vulnerabilidad.»

Cuidar la caridad volviendo a la oración

Vamos a pedirle a la Virgen y a Santa Isabel de la Trinidad, que nos ayude a vernos tal cual somos, ver la inconsecuencia que tenemos, específicamente en la caridad. Que nos ayude a usar esa realidad, esa visión de la realidad, para cuidarla más y volver a la oración, o incrementarla.

Y para mantener la paz en medio de nuestras debilidades y enfermedades, recuerden lo que rezamos en las laudes, de Isaías: “Su ánimo está firme y mantiene la paz, porque confía en ti.” (Is 26,3)

…“Señor, tú nos darás la paz, porque todas nuestras empresas nos las realizas tú.” Que María nos conceda esta gracia.

Referencias:

• “Hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lc 23,43); “Pero este nada ha hecho; en cambio, nosotros estamos acá con justicia” (Lc 23,41).

• “Su ánimo está firme y mantiene la paz, porque confía en ti”.

• “Señor, tú nos darás la paz, porque todas nuestras empresas nos las realizas tú” (Is 26,12).

• San Carlos Borromeo, Oficio de Lectura.


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