Vivimos en tiempos donde la palabra “libertad” se usa con tanta frecuencia que a menudo pierde su verdadero significado. Se emplea para justificar desde lo más noble hasta lo más destructivo. Pero, ¿qué significa realmente ser libres? Más aún, ¿cómo esa libertad se relaciona con la verdad y el bien común? Este artículo busca abrir un espacio de reflexión, integrando ejemplos contemporáneos, principios filosóficos y experiencias reales, para entender cómo la libertad y la tolerancia pueden construir una sociedad más justa.
1. La libertad: ¿virtud o capricho?
Hoy se interpreta la libertad como la capacidad de hacer lo que uno desee sin restricciones. Pero esta visión superficial contradice la sabiduría de la tradición filosófica. Santo Tomás de Aquino enseña que la verdadera libertad no consiste en la ausencia de restricciones, sino en la capacidad de dirigir nuestra voluntad hacia el bien. La libertad, en este sentido, no es un capricho, sino una virtud.
Cornelio Fabro, desde el realismo tomista, enfatiza que la libertad humana no es un absoluto autónomo. Es una capacidad que se ejerce dentro de un marco de verdad objetiva. Por ejemplo, pensemos en el uso de redes sociales. La libertad de expresión permite compartir opiniones, pero cuando esta libertad se emplea para difundir odio o desinformación, deja de ser constructiva. ¿Es libertad atacar las creencias sagradas de millones? Más bien parece un abuso del don de la libertad.
Como ejemplo reciente, recordemos los casos de vandalismo en iglesias durante protestas sociales, la inauguración de los juegos olímpicos, las campanadas en España y el caso de la obra considerada blasfema en Lima. Estas acciones, justificadas por algunos como “libertad de expresión”, son más bien expresiones de intolerancia que destruyen el tejido social.
2. Tolerancia no es indiferencia
En nombre de la “tolerancia”, muchas veces se exige aceptar actos que van en contra de nuestras convicciones más profundas. Esta postura confunde tolerancia con indiferencia. David Isaacs, en La educación de las virtudes humanas, explica que la verdadera tolerancia implica respetar a las personas, pero sin renunciar a la verdad. No se trata de aprobar todo, sino de encontrar formas de convivencia basadas en el respeto mutuo.
Un ejemplo contemporáneo es el debate sobre la libertad de culto en espacios públicos. Mientras algunos defienden la expresión de fe como un derecho, otros exigen su eliminación para evitar “ofender”. La virtud de la tolerancia nos enseña que el respeto a las diferencias no significa callar la propia voz, sino dialogar con respeto.
En Gaudium et Spes (17), se afirma: “El hombre logra esta dignidad cuando, liberado totalmente de la cautividad de las pasiones, tiende a su fin con la libre elección del bien.” Este principio se refleja en aquellos que defienden sus valores con respeto, mostrando que la tolerancia auténtica construye puentes y no muros, como dice Francisco.
3. Sin verdad, no hay convivencia
Josef Pieper, en Las virtudes fundamentales, advierte que sin compromiso con la verdad, la justicia y la libertad se desmoronan. Esto es evidente en sociedades donde la polarización ha sustituido al diálogo. Por ejemplo, debates en torno a temas como la libertad de expresión o la educación sexual suelen estar marcados por posturas extremas que impiden acuerdos sólidos.
Amedeo Cencini, en Por amor, con amor, en el amor, señala que confundir tolerancia con falta de compromiso lleva a consensos superficiales que fragmentan a la sociedad. Para construir convivencia, no basta el consenso; necesitamos principios sólidos basados en la verdad.
Un caso reciente es la defensa de símbolos religiosos en espacios públicos. En algunos países, como Francia, se han prohibido expresiones religiosas visibles en nombre de la “neutralidad”. Pero estas medidas, lejos de promover la convivencia, generan exclusión y división.
4. Libertad religiosa: un bien para todos
La libertad religiosa no es solo un derecho eclesial, sino un aporte invaluable al bien común. El Código de Derecho Canónico (can. 747 §1) subraya que la Iglesia tiene el derecho y el deber de proclamar la verdad en el ámbito público. Esto no se trata de imponer creencias, sino de garantizar un espacio donde las diferencias puedan coexistir en respeto.
Por otro lado, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (art. 18) reconoce la libertad religiosa como un derecho humano fundamental. Protege a las personas de ser obligadas a actuar contra sus convicciones, fortaleciendo la paz social. Una sociedad que respeta la libertad religiosa permite un diálogo auténtico, donde cada individuo puede aportar lo mejor de sí mismo.
5. Un llamado al compromiso activo
Defender la libertad y la verdad no es extremismo; es responsabilidad. Como dijo Benedicto XVI: “Sin verdad, la caridad degenera en sentimentalismo.” (Caritas in Veritate, 3). En un mundo lleno de conflictos, la valentía de hablar desde la razón y el respeto es más necesaria que nunca.
Un ejemplo de compromiso activo son aquellos que participan en debates públicos desde el respeto y la escucha, sin dejar de ser fieles a sus propios valores, todo esto con una buena argumentación y no mero sentimentalismo. Cada uno de nosotros puede hacer lo mismo en su entorno, ya sea defendiendo sus valores en redes sociales o promoviendo conversaciones respetuosas en su comunidad.
Conclusión: La libertad como camino hacia la verdad
La libertad es un don precioso, pero también una responsabilidad. Usarla para atacar lo sagrado o dividir a la sociedad es traicionar su verdadero propósito. Defender la verdad y la libertad no es imponer; es proteger los valores que nos permiten vivir juntos.
Hoy más que nunca, necesitamos valentía para dialogar, respeto para convivir y compromiso para construir una sociedad fundada en la verdad. ¿Qué estamos haciendo tú y yo para defender una libertad que construya, en lugar de dividir?
Te dejo esto:
- Reflexiona sobre cómo usas tu libertad en redes sociales: ¿promueves el respeto y el diálogo?
- Participa en iniciativas que fomenten el respeto a las creencias y sean consecuentes con ello.
- Comparte este mensaje con quienes buscan construir una sociedad más justa basada en la verdad objetiva de las cosas.
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