[Crónica] Llegada y emoción

La alegría de un consagrado impacta muchísimo ante el mundo, es como un poco de aire fresco en medio de aire enrarecido. Así es como los religiosos en formación causan siempre gran impresión por su alegría sincera, entrega a Dios y juventud.

El pueblo de Mollepata nos recibió ayer con gran espectativa, incentivada por el padre Florencio Gerry y las hermanas que misionan aquí.

Después de un viaje de 14 horas pudimos llegar justo a la Misa de fiesta, a las 18:30 horas. Gracias a Dios pude celebrar esa Misa y los seminaristas se encargaron de los cantos. Los monaguillos eran una decena de niños de la parroquia, asombrados de vernos allí.

Antes de la bendición final, el padre Florencio llamó a todos los seminaristas adelante y los presentó formalmente ante el pueblo. Fue un momento muy emocionante para todos.

Un excursus…de hecho, la experiencia de ver a tantos religiosos con hábito irrumpir en medio de la vida cotidiana, no puedo definirla sino como «emocionante». Porque es un mensaje demasiado trascendente para captarlo en su totalidad. Así es la llamada de Dios. Un don y misterio, como decía San Juan Pablo II.

Incluso la sorpresa de ver a tantos religiosos es mayor cuando esa presencia se encuentra en los situaciones más simples y cotidianas: el cruzar la calle, ir al mercado, en un lugar de comidas o en un compartir familiar.

Verlos así, inesperadamente alegres, siempre manifestando a Cristo, es una huella concreta que la Encarnación ha dejado en la historia.

Volviendo a lo nuestro, luego de la celebración eucarística es tradicional que los devotos de la Misa ofrezcan un «ponche» a los asistentes (hecho a base de harina de habas tostadas) con alguna galletita o bizcocho. Así que no podía faltar ese ponche, recargado además con gran presencia religiosa.

Terminado el ponche pasamos a la cena y concluimos con una amenísima guitarreada.

El día de hoy comenzó a las 7:00 am con la adoración al Santísimo y el desayuno. Luego dividimos los oficios de los misioneros y se pusieron manos a la obra: catecismo, grupos de niños y jóvenes, radio y visitas de casas. ¡Les contaremos luego!

Viendo la cruz misionera que está plantada fuera de la iglesia, recordaba que esa fue la última misión que pude hacer aquí, en el 2009, cuando era novicio…
Sí… ¡cómo pasa el tiempo!

¡Qué Dios nos guíe siempre hacia Él!