Tiempo de lectura: 7 min. Si queremos llevar una vida verdaderamente humana y buena, debemos buscar reducir al mínimo el desorden de nuestra concupiscencia. ¿La solución? En primer lugar, una visión realista de la vida que nos ayude a clasificar las actividades mediante un sistema de valores objetivo. En segundo lugar, mucha disciplina para ser consecuentes con ello sin dejarnos guiar por nuestros puros gustos o miedos. Es decir, adquirir las virtudes de la prudencia y sobre todo, la templanza. Y finalmente, pero aún más importante ya que es lo único que puede ayudarnos verdaderamente a ordenar nuestro ser: una intensa vida de gracia fruto de la eficacia de los sacramentos y la oración. Usualmente esta última es percibida por muchos workaholicos como “una pérdida de tiempo”, sin embargo, es precisamente allí -en el silencio- donde encontrará su Remedio.